Vamos a dar un breve repaso a la historia de las pelucas. La Real Academia Española define la palabra peluca como: “Cabellera postiza”. Esta palabra proviene de la lengua francesa ‘perruque’ y significa “mechón de pelo”. Las pelucas pueden ser de cabello sintético o natural y son usadas, principalmente, como solución ante la caída del cabello en hombres y mujeres. A veces también se utilizan como un accesorio cuando se quiere cambiar radicalmente.

Historia de las pelucas
Ahora bien, ¿de dónde vienen las pelucas? o ¿cuándo empezaron a usarse? Las pelucas no son algo nuevo, este accesorio ha ido de la mano de la historia de la humanidad. Los egipcios, los griegos o los romanos ya usaban pelucas de forma habitual. En este post os hablaremos del origen de la peluca y como el uso de este accesorio ha ido evolucionando con el tiempo.
¿Cuál es el origen del uso de las pelucas?
Conocemos los usos de la peluca en la actualidad, pero ¿qué utilidad tenía este accesorio en el pasado?. Seguimos con la historia de las pelucas. El origen del uso de las pelucas demuestra que el ser humano siempre ha querido cuidar su imagen. De hecho, en la antigüedad, llegó a ser considerada como un artículo de lujo y distinción.
El origen: pelucas y egipcios
El origen de las pelucas podría estar en el Antiguo Egipto. Ya entonces hombres y mujeres se rapaban la cabeza como forma de hacer frente al cálido clima de la zona. Sin embargo, los egipcios querían lucir pelo por lo que usaban pelucas. Éstas se convertían en un signo de estatus social y a mayor adorno en la peluca, mayor rango. De hecho, su uso era obligado para las mujeres egipcias del entorno nobiliario.
Las pelucas se utilizaban incluso en las cabezas de las momias faraónicas para que éstas no emprendieran el viaje a la eternidad completamente calvas. Actualmente se pueden observar repartidas por diferentes museos.
Historia de las pelucas en Grecia y Roma
En Grecia y Roma también era popular el uso de pelucas, en Roma, incluso, la calvicie era considerada una deformación física, por lo que las pelucas se utilizaban muy a menudo.
En el Imperio Romano la peluca fue considerada también como un símbolo de distinción ya que solían realizarse con cabellos de los pueblos que iban conquistando. Además, las mujeres romanas utilizaban trozos de pelo, generalmente de esclavos, para dar volumen a sus propios peinados. Por lo general, preferían las pelucas de color rubio, símbolo de lujuria en la época.
El poeta romano Juvenal relata en su obra Sátiras que Mesalina, esposa del emperador romano Claudio, era adicta al uso de pelucas. Ésta empleaba dicho accesorio por los antros de la ciudad en sus correrías nocturnas. Por su parte, la esposa de Marco Aurelio, Faustina, poseía ciento cincuenta pelucas de diversas clases y colores.
La peluca en la Edad Media: un artículo relacionado con el pecado
Seguimos con la historia de las pelucas. Durante la Edad Media el uso de las pelucas disminuyó considerablemente porque la Iglesia Católica relacionó el uso de éstas con actividades festivas o pecaminosas. Así, con la caída del Imperio Romano, la peluca entró en decadencia y no sería hasta el Renacimiento cuando volverían a tener popularidad.
El Renacimiento: una época dorada para las pelucas
Fue en los siglos XV y XVI, en el Renacimiento, cuando el cabello se convirtió nuevamente en una parte importante de la estética y se rescató el uso de la peluca. Se comenzaron a utilizar, además, para compensar la calvicie provocada por enfermedades como la tiña y los piojos, muy frecuentes en la época. Es decir, es en esta época cuando comenzaron a utilizarse para solucionar problemas de alopecia causada por enfermedades.
Fueron los reyes Luís XIII de Francia y Carlos II de Inglaterra los que pusieron de moda la peluca también entre los hombres de la época, como un símbolo de estatus. El rey Luis XIII sufrió calvicie prematura y comenzó a utilizar pelucas, de tal forma, éstas se pusieron de moda entre la corte y la nobleza de Francia. Llegaron a convertirse en todo un símbolo de la monarquía europea. Luis XIII llegó a decir ante su Corte: “Señores, desde hoy ya no hay calvos en mi reino”.
Durante esta época las pelucas eran muy elaboradas y solían ser rizadas y llegar hasta la altura de los hombros. Eran pesadas e incómodas. Las mejores y más caras estaban fabricadas con cabello humano, pero también se utilizaban otros materiales como pelo de cabra y caballo.
El siglo XVIII: pelucas recargadas y voluminosas
En el siglo XVIII las pelucas eran algo peculiares. Éstas solían empolvarse para darles un toque de distinción y blanquecino. De hecho, en la época georgiana en Inglaterra, el primer ministro William Pitt estableció un impuesto que incrementaba el precio de las pelucas si estaban empolvadas. Así, aunque eran un accesorio a la orden del día, solían destinarse sobre todo a las clases altas.
Además, eran muy voluminosas y recargadas. Las pelucas de mujer podían alcanzar una gran altura y se montaban sobre estructuras de alambre realizando diversas formas. Llevaban, incluso, adornos como jaulas y pequeños barcos.
Las pelucas en el siglo XX y la actualidad
En el siglo XIX había una gran variedad de pelucas pero estas perdieron importancia, como todo lo relacionado con la monarquía. Las pelucas completas dejaron de estar de moda y en el siglo XX se empezaron a utilizar postizos para dar volumen a los peinados. Durante los años 50 y 60 volvieron a utilizarse entre las mujeres de clase media y alta.
En la actualidad, muchos hombres y mujeres utilizan pelucas para disimular la pérdida del cabello por diversas causas. Aunque también son utilizadas por motivos meramente estéticos y decorativos. Éstas se realizan con pelo natural o sintético, y son casi indetectables a simple vista.
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